VIVIR CON MIEDO
POR: Miguel Ángel Tejeda
Tengo un miedo social terrible, sobrecogedor y punzante. Lo siento cada vez que salgo a las calles o visito algún barrio, es como una persecución indetenible que me apabulla y entristece. Tengo miedo cuando llego a la casa en las noches sin saber quien me esperara en las sombras con sus manos afiladas para arrancarme sin piedad la vida a mi o a uno de los míos. Me da pavor cuando pienso en la joven Evelin, asesinada, violentada en su ser mas intimo, sola, casi desvalida a merced de uno o varios malditos, tengo el miedo del profesor Faustino Sánchez asaltado en su casa, su familia amordazada y amenazada de muerte con fundas en las cabezas mientras unos desalmados le apuntaban con pistolas de muerte y de terror. Miedo de que nos pase como a Carlos Báez, asaltado en su vivienda ante la impávida mirada de sus pequeños hijos que no sabían que estas cosas pasan. Ejemplos de miles vividos, sufridos en nuestras casas e igual de impunes.
Me asalta la impunidad y el olvido de hechos acontecidos contra ciudadanos cuyas familias esperan de la justicia que se quite el trapo que tiene en los ojos y señale a los culpables de la muerte de Beto el comerciante de la Javilla , de los asesinos de Pacho, de los que dispararon contra Alberto, de los que asesinaron a Evelin.Tengo muchos motivos para tener miedo.
Si, tengo mucho miedo.Tengo el miedo de lo injusto. Le temo a los policías que cuando pasan no se si me protegen o si se preparan para agredirme. Miedo de la justicia injusta que atrapa a los malsanos y luego los liberta con pasmosa facilidad para burlar la sociedad entera. Tengo miedo cuando pasa la DNCD para atrapar a los muchachos del barrio que no joden con droga pero se las ponen para justificar su trabajo mientras cobran peajes semanales a quienes las venden. Tengo miedo de denunciar lo que pasa porque luego los delincuentes vendrán detrás de mi denunciado por aquellos que deberían proteger a todo el andamiaje social.
Estoy invadido por el miedo, por el pánico. La sociedad en general esta atemorizada.Los malsanos han cambiado el ritmo normal de nuestras vidas y nos encerramos en nuestras casas con todos los candados del mundo y los ruidos de la noche nos ponen en vilo en medio de la oscuridad que propicia Edesur con su tanda de apagones macabros, insensibles y perversos como Marranzini que se ufana de decir que recuperó el sector pero no tenemos energía. Somos presidiarios en nuestros hogares.
Donde vivo casi todos hemos sido victimas de un asalto o de un robo. Aquella experiencia es terrible, jamás se olvida y te coloca en una doble posición, a veces a la defensiva y otras a la ofensiva porque perdemos la confianza y la capacidad de serenarnos cuando vemos a alguien desconocido.
Tengo miedo hasta de los que vienen con la Biblia en los brazos, o con un carné de una empresa de servicios porque muchos son los casos de asaltos
con esa modalidad. El miedo nos ha llevado a cerrar las puertas a lo humano, a lo sensible, a lo solidario.
Los cabrones han alterado nuestras vidas, destruido una parte de nuestra fe, han resquebrajado nuestra moral y amor propio para arrinconarnos y dividirnos.
Tengo miedo porque se que estamos solos y huérfanos de justicia.
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